lunes, 17 de septiembre de 2007

Todos los fuegos, el fuego



"Acepta indiferente las caricias, incapaz de sentir que la mano de Jeanne tiembla un poco y empieza a enfriarse. Cuando los dedos resbalan por su piel y se detienen en hincándose en una crispación instantánea, el gato se queja petulante; después se tumba de espaldas y mueve las patas en actitud de expectativa que hace reír siempre a Jeanne, pero ahora no, su mano sigue inmóvil junto al gato y apenas si un dedo busca todavía el calor de su piel, la recorre brevemente antes de detenerse otra vez entre el flanco tibio y el tubo de pastillas que ha rodado hasta ahí."

Julio Cortázar







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